
Por fortuna acostumbro a ejercitarme en la atención de cuantas cosas sencillas y hermosas ocurren a mi alrededor, aunque éstas sucedan más allá del mostrador de mi propia existencia, barrio a todas luces demasiado pequeño para comprender la inmensidad de un mundo cuyas leyes son universales a pesar de los que gustan enrocarse en las cuatro esquinitas de una supuesta Isla de Perdidos que habita en el océano editorial, que dicen se rige por sus propias reglas.
Así las cosas, quiero contar hoy que en mis pocos y apretados viajes acostumbro a traerme de recuerdo regalos de papel, libros, y que en este último que he realizado hace apenas veinte días, se cayeron en mi mochila un par de libros que me parecieron dos preciosas joyitas.
Los amantes mariposa (Les amants papillons) es uno de ellos.
Está escrito y magníficamente iluminado por el joven artista Benjamin Lacombre, y aunque dejo para otro día explicar por qué los ilustradores terminamos escribiendo nuestros propios libros, esta vez debo reconocer que la editorial Edelvives se ha esforzado para responder con una soberbia edición a la magia que destilan tanto el texto como las estampas del autor francés, de manera que tener el libro en las manos invita a comenzar a soñar y a levantar los pies del duro suelo mientras se aventura uno a pasar sus páginas, una a una, esperando que el tiempo se detenga.
A pesar de lo elegante de su factura, pues es un volumen grande de tamaño (270 x 390 mm.) aunque pequeño de páginas (32), que lleva en sus entrañas un gramaje de papel satinado que aconseja no doblar las esquinas ni tener tropiezos con ellas porque se notaría, la elección resulta muy atinada pues permite que respiren adecuadamente el color y las texturas propuestas por Lacombe en su trabajo gráfico, y en los abundantes espacios blancos, que resplandezcan las letras de generoso tamaño de la literatura, haciendo muy fácil su lectura. Decía que a pesar de su coherencia como producto, el asunto de hacerme con él me salió por menos de 18 Euros (una ganga en un mundo lleno de sortilejios y secretos). Para colmo, todos los ejemplares de la edición contienen una filigrana japonesa perfectamente troquelada en la página de entrada, y están encuadernados en tapa dura con terminado mate, sobre el cual se ha hecho un ejercicio muy inteligente del barniz UVI.
A todas luces Edelvives ha echado el resto para satisfacer las necesidades artísticas de Benjamin Lacombe y las de sus lectores sin recurrir a presentar el resultado bajo la etiqueta de lujoso, cosa que habría resultado redundante y pernicioso pues es un simple album para niños que compran algunos adultos, porque Los amantes mariposa es por encima de todo una obra honesta en la que los protagonistas principales son el autor y el lector, sea éste pequeño, mediano, o adulto, relación que ha sido respetada por una editorial que ha sabido estar en su sitio. Y si la historia lo vale, que lo vale, cualquier esfuerzo resulta pequeño por muy poco margen que deje a los minoristas… ¡Anda que no sería goloso vender esta maravilla por 70 Euros!
«Dos mariposas escapan de una grieta de la tumba. Juntas revolotean hacia el cielo resplandeciente. Naoko y Kamo, al fin, se aman libremente.»
